sábado, 3 de abril de 2010

PLAZA DE DON GUTIERRE

PLAZA DE DON GUTIERRE


Es este otro de los típicos rincones leoneses. No sólo por su emplazamiento en el corazón de la vieja ciudad, un espacio, como aún se puede apreciar hoy, abierto pero recogido en la tranquilidad y el silencio que lo envuelven, sino por la serie de tradiciones y leyendas que la acompañan desde tiempos inmemoriales. Comunica con la plaza del Grano por una singular cuesta en que parecen besarse las casas y aunque se denomina de D. Gutierre, los leoneses la conocen por el popular nombre de El Barranco, aunque hasta el s. XIX figuraba incluso en el catastro municipal con un nombre más explícito del viejo oficio que desde antiguo se venía ejerciendo en esta empinada cuesta ("Apalpacoños"," la más angosta y pendiente de la ciudad").


En la historia leonesa ha habido al menos dos Gutierre notables a los que pudiera estar dedicado este lugar. Aunque la placa conmemorativa colocada por el Ayuntamiento y que podemos ver al frente hace alusión al caballero leonés del s. XIV, fiel al rey Alfonso XI y que tuvo una participación activa en los trágicos sucesos de la calle Matasiete, hay cronistas que se refieren a un Gutierre anterior, del siglo XII, ayo y tutor de Alfonso VIII, cabeza de un linaje, los Castro, que tuvieron una participación activa en la historia de aquellos tiempos y se vieron envueltos también en acontecidos y sucesos que más bien parecen hijos de la fantasía y la leyenda.

De esta familia es Teresa Ruiz de Castro, casada con Pedro de Guzmán, de cuyo matrimonio nació Guzmán el Bueno. Otro ilustre miembro es Fernando Ruiz de Castro, quien lideró los enfrentamientos con los Lara hasta que el rey Fernando II terminó con la auténtica guerra civil entre ambas familias nombrando a Fernando gobernador de Toledo. Este Fernando de Castro se casó con la infanta Estefanía, enterrada en S.Isidoro, y cuentan los historiadores cómo una doncella de la infanta, disfrazada con un vestido de su señora, acude a una cita de amor en los jardines del Real Palacio de León. El noble esposo tuvo ocasión de divisar a la doncella en tan delicado trance y al verla con un vestido de la señora pensó que era ésta la infiel, por lo que decidió darle muerte con su propia daga. Enterado del error acudió al rey solicitando ser degollado, pero éste quiso perdonarle viendo su honda pena y el error que lo había conducido al crimen.

Sea como fuere, lo cierto es que esta plaza atesora recuerdos de tiempos y personajes muy notables.

El palacio de Don Gutierre que hoy observamos reconstruido no es más que un gran caserón del s.XVII, sin otro valor artístico que el escudo de la familia y sobre todo el ser testimonio de un tiempo que se nos va y en muchos sentidos fue más glorioso que el nuestro.

Existía en esta plaza, no es seguro que en el mismo emplazamiento, un bello palacio anterior del cual sólo se conservan algunos restos en el Museo de León, como es el caso del famoso dintel donde figura en latín una inscripción que viene a decir que "toda la tierra es patria para el esforzado (para el valiente)", o sea, en traducción libre : "el mundo es de los valientes", inscripción que se consideraba poco noble pero en cambio sí reveladora de un carácter bravo, aventurero y fanfarrón como el que debía acompañar a ese tal caballero de nombre Don GUTIERRE.

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