domingo, 12 de abril de 2020

LA VIRGEN DEL CAMINO

Esa querencia de las Vírgenes por los pastores ha dado lugar no solo a notables leyendas o presuntos milagros sino también al nacimiento de pueblos que después de una larga vida de siglos siguen gozando de muy buena salud.


En lo alto de una loma que se eleva en pleno Camino de Santiago y a solo 5 quilómetros de distancia de León parece que allá por los primeros años del siglo XVI una hermosa mujer descendió de los cielos entre aparatosos destellos de luz. Corría una calurosa tarde de verano y un sorprendido pastor de nombre Álvaro Simón (originario del pueblo cercano de Velilla de la Reina) se postró de rodillas ante quien se le presentaba como la viva imagen de la Virgen. Atendiendo las sugerencias de tan excelsa dama le entregó su honda para que lanzara la piedra que había de fijar el emplazamiento de una ermita en su honor. 

Y éste se nos dice que fue el origen del templo que no solo atrajo a fieles y devotos marianos sino también a humildes pobladores que gustaron de asentarse en lugar privilegiado por quienes consideran los cristianos, la madre de Dios. Hombres y mujeres esforzados y valientes no recelaron de elegir este espacio en las alturas, limpio y despejado, que recibe sin estorbos los mejores rayos de sol aunque a cambio también los fríos y los enfurecidos vientos del invierno, para establecerse y convivir .

El obligado paso de los peregrinos que llegaban -como siguen llegando- desde diferentes lugares de España y allende los Pirineos en busca de la tumba del apóstol Santiago, contribuiría también a dar forma y nombre a lo que hoy conocemos como La Virgen del Camino.

Ya en el siglo XVII se erige un nuevo templo más espacioso y egregio sobre las ruinas de la antigua ermita.

En el año 1930 por concesión papal se corona a la Virgen del Camino como patrona de la Región Leonesa en solemne ceremonia presidida por el príncipe Jaime, hijo del rey Alfonso XIII.

La vida del lugar que había girado en torno a la ermita, sigue girando alrededor de la nueva iglesia.

Pablo Díez, leonés natural de Vegaquemada y emigrante en México se convertiría en exitoso empresario en el país centroamericano pero ni tan lejos de su tierra iba a olvidarse de sus años de estudio en un colegio de dominicos y su devoción a la Virgen del Camino. Convertido en un auténtico potentado decide donar una importante suma de dinero para que se construya la “Fundación Virgen del Camino”, que comprende el Santuario a un lado de la carretera y al otro, comunicado por un pasadizo bajo tierra (por el que me tocó transitar más de una tarde) el colegio de los P.P. Dominicos.

Si antes, el pueblo de la Virgen era lo que era gracias a la ermita, desde entonces lo será en gran medida gracias a la Fundación. En lugar de hospitales y refugios donde atender a peregrinos se abren bares y restaurantes en los que se pueden degustar hasta hoy los más sabrosos platos de la cocina tradicional leonesa.

El santuario nuevo se eleva sobre el templo del XVII que se destruye en su totalidad (solo se conserva el retablo mayor) para erigir un moderno edificio que Juan Luis Puente en “Virgen del Camino 500 años de Devoción” nos define de la siguiente manera: “Hormigón, madera de ucola, embero y castaño, piedra blanca de Campaspero y vidrio, según el estilo de los años 50 iban a servir para crear un santuario amplio, concebido como un gran espacio rectangular en forma de ataúd, de 50 metros de longitud, 16 metros de anchura y 13 de alto en la loma del presbiterio, situado en el mismo emplazamiento del antiguo y con un espectacular campanario, visible desde la ciudad, de 53 metros de altura” . Se abrieron cuatro puertas realizadas en bronce. En la occidental, dedicada a la Virgen y por la que se accede de manera solemne, se elevan majestuosas las trece esculturas obra del escultor catalán José María Subirachs. En la que mira al sur destaca la imagen de san Froilán, patrono de León, y a cuya nariz se le atribuyen poderes milagrosos que llevan a fieles y romeros a tirarle tres veces cuando se encuentran cara a cara con él para que les conceda sus deseos. Todo el templo se terminó de construir en 1961 bajo la dirección del arquitecto dominico Coello de Portugal. 
La otra institución de relevancia en La Virgen del Camino es la Base Aérea que comprende la Academia Básica para formación de suboficiales del Ejército del Aire, el Aeropuerto de León y en su día el cuartel donde algunos jóvenes leoneses realizamos el servicio militar. 

Por tanto en torno a “la Base” y “los dominicos” ha girado buena parte de la vida del pueblo. Y en ambos me tocó pasar breves pero intensas etapas de la mía. De la base solo recuerdo el rigor de algún brigada malhumorado, los simulacros de alerta (bastante esperpénticos) acostándonos con correaje y munición para reaccionar con prontitud como ensayo ante los “peligros” que se avecinaban con la previsible muerte del dictador, por entonces gravemente enfermo, y el sabor de las cerezas que nos comíamos en los rutinarios y cansinos turnos de guardia del verano de 1975, antes de ser destinado a León capital.

Mi memoria de “los dominicos” es más agradable. Con ellos cursé 5º del bachiller de entonces y, a pesar de algunos sinsabores como tener que bajar a bañarme a primera hora de la mañana de un mes de febrero a la piscina al aire libre como castigo compartido con otros alumnos por escaquearnos reiteradamente de la asistencia a misa, recuerdo con agrado las prácticas de deporte y cultura que se nos imponían. A una edad en que nos encantaban el juego y la competitividad participábamos “obligatoriamente” en ligas de fútbol, balonmano y baloncesto. Y el mundo de la enseñanza se completaba con actividades que también despertaban nuestro interés, como el grupo de teatro al que pertenecí, las clases de guitarra y otros instrumentos o la famosa escolanía dirigida en sus tiempos de mayor gloria y esplendor por el P.P. Angel Torrella y que acompañaba las misas de domingo en el santuario o interpretaba aplaudidos conciertos, incluso transmitidos por la televisión. Como pequeña anécdota personal diré que en ella “descubrí” la magnífica voz de Javier, un chico de Orzonaga que dos o tres años después se convertiría en el vocalista de QUORUM, nuestro conjunto musical de juventud. En aquel curso de 1971-72 también coincidí en clase con Emilio Gutierréz, un aplicado estudiante que en las elecciones de 2011 se convertiría en alcalde de León con amplia mayoría absoluta. Antes que nosotros habían pasado por aquellas aulas los escritores Jesús Torbado, Andrés Trapiello y su hermano Pedro G. Trapiello o el periodista y también escritor Tomás Alvarez. Pienso que alguna influencia, al menos a la hora de despertar nuestras vocaciones por el mundo de la cultura y las letras, tendría el ambiente cultural que se propiciaba, aunque en otros aspectos, reconozco que resultaba bastante opresivo para los dieciséis años y que me animó a abandonar el centro al finalizar el curso.

Pero La Virgen del Camino no solo es el Santuario y la Base Aérea, aunque a ambas debe prestigio y buena parte del ritmo que ha animado y anima sus calles. Ha gozado en tiempos y aún goza hoy de merecida fama por su gastronomía, sus bares en las soleadas mañanas de domingo y sus romerías. Destaca por méritos propios la romería de san Froilán que se celebra el cinco de Octubre. En ella miles de leoneses, castellanos, turistas de otros lugares del país y sobre todo asturianos acuden, recorriendo -algunos a pie- los últimos quilómetros. Suelen hacerlo precedidos de hermosos carros engalanados, y una vez en las proximidades del santuario tirarán, como ordena la tradición, de las narices al santo, besarán el manto de la Virgen, asistirán a la misa que se celebra en la explanada presidida por la imponente cruz de más de cincuenta metros que cumple funciones de campanario, y degustarán las exquisitas tapas de chorizo o morcilla leonesa. Y por supuesto, pocos se olvidan de cumplir con el rito de los “perdones”, original costumbre que nos llega de aquellos novios amantísimos que acudían solos a la romería y después de disfrutar de la tarde compraban a sus novias bolsitas de avellanas tostadas para regalárselas a su regreso, buscando con tan dulce prenda el perdón por haberse demorado hasta altas horas de la noche o por los posibles devaneos con otras mozas.

Situada a 920 metros de altitud (ochenta más que la propia capital), en una encrucijada de vías de comunicación que le otorgan una relevancia como punto de paso, La Virgen del Camino sigue sin olvidar que miles de peregrinos que recorren el Camino de Santiago han de detenerse en sus calles y plazas para reponer fuerzas y descansar pero también para recrearse con los regalos que les ofrece tanto para el cuerpo como para el espíritu.

Procura La Virgen -como todos la conocemos-, tan cerca de la capital, acoger con amabilidad a esos cientos de leoneses que la pretenden convertir en ciudad dormitorio, una de las urbes del alfoz en la que urbanitas que buscan alojamientos más económicos o tranquilos han dirigido sus miradas, pero ello sin perder un ápice de su carácter de pueblo altivo y fuerte al que no acobarda encaramarse a la loma donde se siente el “típico frío leonés” (durante años en su término se ha tomado la temperatura con que se informa al resto de España y dicho dato ha contribuido a acentuar el frío de estas tierras, que no es tan fiero en cuanto se descienden unos metros en busca del valle o la ribera (cualquier ribera, cualquier valle). 


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